He aquí que he visto recientemente dos valiosos documentales que me veo en la obligación de recomendar. El primero de ellos se llama “Música cubana –The sons of Havana” y pertenece al director German Kral. El film es un homenaje a la vieja guardia de la música cubana personificada en este caso por el solista Pío Leyva. Sin embargo, la película también es un saludo de bienvenida a la nueva generación de músicos de la isla, encarnada en figuras como Osdalgia, Telmary Díaz o El Nene.
El segundo documental nos lleva a terrenos que nada tienen que ver con la música; se trata, por el contrario, de una película que nos traslada al desgarrador mundo de la violencia política en Colombia; me refiero naturalmente a la película “Los pecados de mi padre”, del director Nicolás Entel, y que tiene como protagonista a Sebastián Marroquín, hijo del fallecido narcotraficante Pablo Escobar, acribillado en 1993. En su artículo “Pecados de mi padre”, publicado en el País Digital, el escritor Mario Vargas Llosa comenta:
“Porque la confesión del joven protagonista de este documental, más que un testimonio sobre el horror y la sangre en que transcurrió su vida y la de su madre y su hermanita menor -los tres sobrevivieron de milagro a un atentado de enemigos de su padre que hicieron explotar el edificio Mónaco, donde vivían, con 700 kilos de dinamita-, es la radiografía más persuasiva y más dramática del fenómeno de la violencia que vivió Colombia en los años 80 y los 90 por las guerras entre carteles de la droga y las que libraban todos ellos con las fuerzas del orden.”
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