Supe de la existencia de Anne Hélène Suárez gracias al suplemento Babelia, a cuya lectura me
aboqué disciplinadamente en los años más duros de la
postmodernidad. Acababa de salir por aquella época en España una
singularísima versión del "Tao Te King" y la autora de aquel loable
atrevimiento era Anne Hélène Suárez, catedrática de lengua y
literatura china de la Universidad Autónoma de Barcelona. La nota
babeliana era en verdad una entrevista concedida por Suárez a la
escritora Chantal Maillard, colaboradora permanente del matutino EL
PAÍS. En aquella amena e instructiva conversación del año 2003 se
nos hace ver, entre otras cosas, que el término chino 'Dao' se
ajusta mejor a la palabra castellana 'Curso' y no a la usual 'Vía',
porque según la traductora :
"Vía" remite a algo más
bien estático, mientras que "curso" es dinámico, implica
perpetuo movimiento, tal como se describe el Tao en el libro. Además,
por las numerosísimas referencias al agua y a la comparación que se
hace del curso con una fuente impetuosa, de inagotable caudal, a la
vez origen y confluencia de todo.”
A partir de esa entrevista, no sólo
corrí a conseguirme un ejemplar de aquel Tao helenesiano sino que me
pasé directamente a las filas de admiradores y seguidores de Anne
Hélène Suárez, cuya labor de traductora ha sido premiada en varias
ocasiones. El más reciente galardón data del año 2011 y se le
concedió por su traducción de la novela "La tercera virgen”,
de la autora francesa Fred Vargas.
Yo me he entregado con avidez y
curiosidad a sus impecables y muy bien documentadas traducciones de
poesía china, cuidadosamente editadas por la editorial Pre-Textos. Leí primero ”99 CUARTETOS DE WANG WEI Y SU
CÍRCULO”, y después el bellísimo libro ”A PUNTO DE PARTIR”,
con 100 poemas de LI BAI.
Últimamente, he estado sumido en cuerpo y alma en
la lectura del ensayo "HISTORIA DEL PENSAMIENTO CHINO", de Anne Cheng,
obra también traducida (del francés) por Helene Suárez; trabajo
que mereció, por lo demás, el premio 'Ángel Crespo de traducción' en el año 2003.
Concluyo esta nota de alabanza con un poema de Li
Bai, del libro ya citado:
Entre flores, una jarra de vino.
Bebo solo, sin compañía alguna.
Alzo el vaso, invito a la luna clara.
Con mi sombra, ya somos tres personas.
Mas la luna no es capaz de beber;
y mi sombra, tan sólo de seguirme.
Compañeras fugaces, luna y sombra,
disfrutad mientras sea primavera.
Cuando canto, la luna se pasea;
cuando bailo, mi sombra se alborota.
Yo sereno, nos divertimos juntos;
ya borracho, cada cual por su lado.
Mis eternas amigas insensibles,
os doy cita en el Río de las Nubes.