LA VACUNA DEL DIABLO
¿El covid-19 es el cuarto jinete del Apocalipsis? Incitado por esta lóbrega pregunta, me allegué a las fuentes bíblicas y encontré esta evidencia: «Miré, y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra». De esta manera, es descrito el cuarto jinete a horcajadas de un caballo muerto. Es la muerte, no cabe duda, pero también su equivalente: la Peste.
Como
sabemos, en la Edad Media, en el siglo XV, la iglesia católica se
refirió a la Peste Negra –flagelo pandémico que diezmó a más
del 60% de la población- como el azote de Dios, debido a la
descomposición moral de los feligreses y nobles y al presunto robo o
desaparición del Arca de la Alianza del templo sagrado de los
israelitas. Como sea, la peste bubónica materializaba la ira de Dios
hacia un pueblo embrutecido por la bajeza moral, el latrocinio, la
concupiscencia y la apostasía. Mientas la bacteria asesina, la
Yersinia pestis,
oculta bajo el sucio pelaje gris de las ratas, infectaba y mataba en
rebaño a la población pecadora, en las ceremonias religiosas y en
las homilías se invitaba a la resignación y a la aceptación gozosa
del martirio divino.
Cito este extenso antecedente para contextualizar las recientes declaraciones del cardenal de Valencia, Antonio Cañizares, quien, en su homilía dominical ordinaria, y con motivo de la misa Corpus Christi, hizo esta inesperada declaración: “Nos encontramos con la dolorosísima noticia de que una de las vacunas se fabrica a base de células de fetos abortados. Eso es despreciar al hombre mismo, primero se le mata con el aborto y después se le manipula. Tenemos una desgracia más obra del diablo. La eucaristía es el antídoto contra el diablo".
Al tenor de las palabras del cardenal, el diablo está de vuelta. Y ha regresado para embadurnarse de células de fetos abortados. La escena necrofílica no puede ser más dantesca y, a la vez, más falsa. ¿No sabía su eminencia que el cultivo de células procedente de fetos humanos se viene realizando desde los años 60? Por lo visto, no. Desde esta década emblemática –del amor libre, de la píldora anticonceptiva, de Woodstock, de la guerra de Vietnam- la ciencia médica ha venido desarrollando la técnica de fabricar vacunas con células de fetos abortados por razones terapéuticas. En efecto, la primera de ellas es conocida como la vacuna WI-38 y fue desarrollada a partir de la extracción de células del tejido pulmonar, después de tres meses de gestación. Gracias a este procedimiento, se pudo fabricar una vacuna contra la rubeola.
La otra,
fabricada en 1965, se denomina MRC-5 y se ha usado para combatir la
varicela y la poliomielitis. Debe insistirse que, en ambos casos, las
células provienen de fetos que fueron abortados por razones
estrictamente médicas y fueron donados voluntariamente a la ciencia
médica con fines investigativos. Pero de algo tiene que estar seguro
el cardenal Cañizares: no hay demonio preparando pócimas infernales
ni siniestros súcubus extrayendo órganos infantiles de los
cementerios abandonados. En realidad, Su Eminencia, el diablo sólo
tiene que ver más bien, de manera sutil y sulfurosa, con los
Legionarios de Cristo.
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