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jueves, 4 de junio de 2009

Lecturas/1: Onfray y los proscritos de la filosofía [primera parte]


Inicio hoy en este blog una serie de tres partes dedicada al filósofo francés Michel Onfray. En esta primera nota, reseñaré dos de sus libros más importantes; en la segunda, incluiré la entrevista concedida por este pensador al suplemento cultural “Ñ” del diario argentino El Clarín, por considerarla una de las mejores que circulan actualmente en la Red. Y en la última sección, espero reseñar el volumen “Los libertinos barrocos”, de próxima aparición en Suecia.

En el boletín de formación aristotélica LA QUINTA DE RECREO ya me he ocupado del filósofo francés Michel Onfray; este artículo será una breve ampliación de lo que escribiera hace dos años, con motivo de su visita a Estocolmo para asistir al lanzamiento de sus libros en el mercado editorial sueco.

Lo bueno de Onfray, para empezar, es que se trata de un pensador con un proyecto propio de largo alcance; como si trajéramos aquí el recuerdo de un misil intercontinental. Sí, porque con Foucault hemos aprendido que los discursos –cualquiera sea su género - están en guerra permanentemente. Inspirado sin duda por el autor de Historia de la sexualidad y de Vigilar y castigar, Onfray inicia en los albores del siglo XXI la empresa de escribir una CONTRAHISTORIA de la filosofía occidental.

Digamos que Onfray no es un siútico del pensamiento, como el fino Ludwig Wittgenstein, de quien Deleuze, en su ABECEDARIO, ha dicho que es un asesino de la filosofía. Onfray es nietzscheano, pues concibe el pensar filosófico como un alegato y pareciera que desde él meditara con rabia y visceralmente, como lo hace el autor del Anticristo, a quien me permito recordar aquí:



” Mirémonos a la cara. Nosotros somos
hiperbóreos, -sabemos muy bien cuán aparte vivimos. Ni por tierra ni por agua
encontrarás el camino que conduce a los hiperbóreos ; ya Píndaro supo esto de
nosotros. Más allá del norte, del hielo, de la muerte - nuestra vida, nuestra
felicidad... “


Michel Onfray no desentona y ya en una célebre entrevista nos advierte que “los monoteísmos han llenado el mundo de sufrimiento”.Y, a renglón seguido remacha: "Enseño una filosofía hedonista, sensualista, materialista, empírica, cínica."



El primer volumen de su contrahistoria de la filosofía-para volver al tema- se llama “Las sabidurías de la Antigüedad”. Notabilísimo libro en donde nuestro autor actúa con espíritu de arqueólogo; se mueve entre fragmentos filosóficos desenterrados acaso por él mismo e intenta con ellos avizorar un mundo, una visión que a poco a poco emergerá a la superficie con la fuerza de una filosofía muy distinta a la valorada por el academicismo o la tradición. A partir del método onfrayano de la reconstrucción y extrapolación, van surgiendo ante nosotros los filósofos antiplatónicos de la Antigüedad, de los que nuestro audaz autor va dando cuenta con entusiasmo y rigor.


Así, nos enteramos de Leukippos, el filósofo de la “alegría verdadera” y de la ética que de ella se deriva; con Demócrito estamos ya en “el disfrute de sí mismo” como un derecho, y asistimos con este filósofo a la “epifanía de los cuerpos materiales”. Aprenderemos que la risa hedonista es parte de la Sabiduría y que en la estrategia para encontrar la felicidad vale tanto el evitar las preocupaciones como buscar positivamente el placer. Demócrito pretende alejar a los hombres de los dioses y se esfuerza consecuentemente por fundar una visión materialista e inmanente. Le prepara el camino, por así decirlo, a sus iguales; a aquellos que elaborarán después un pensamiento filosófico en abierta oposición y competencia con Platón y los suyos.


¿Quiénes son estos “indeseables” filosófos totalmente nuevos para nosotros? Entre otros, Hiparco y Anaxarco, pensadores que nos advierten que es la naturaleza misma la que está “presa y henchida de placer”. Por otro, el sofista Antífones, a quien Onfray ve como el precursor del psicoanálisis. Cito:


Que yo sepa Freud no remite jamás al ateniense Antífones, a quien sin embargo habría que considerar como el antecedente más remoto del psicoanálisis, disciplina creada en Viena a comienzos del siglo XX. Que el lector juzgue: después de haber escrito panfletos promocionando sus ideas, Antífones abrió una especie de consulta en la plaza de Corinto, en la que recibía a pacientes dispuestos a un tratamiento basado en la palabra hablada.”


Como ya se ha dicho, lo que Onfray persigue con su libro Las sabidurías de la Antigüedad” es desenterrar otra tradición dentro de la filosofía clásica. Onfray quiere rehabilitar a los vencidos de la historia de la filosofía; aquellos que apenas figuran –a menudo tergiversados- en los manuales al uso o que derechamente son omitidos debido a su carácter de “incorrectos”. Libros como los de Bertrand Russell, “La filosofía occidental”, o “Historia de la filosofía” del sueco Alf Ahlberg, que tengo ahora a mano, son nítidos ejemplos de estos escamoteos. En el de Russell no hay una sola alusión a Aristippos, filósofo al que Onfray dedica un capítulo entero. A su vez, en la voluminosa historia de Ahlberg nada se no dice de Eudoxos; ni menos aún de Prodikos. Pero prosigamos con nuestra reseña.


El segundo tomo de la serie es el libro “El cristianismo hedonista”. Ya con el título mismo Onfray nos sugiere que continuará con sus labores de arqueólogo del conocimiento iniciadas en el volumen anterior, aunque aquí las fuentes revisadas no son puramente fragmentarias sino que existen como conjunto e incluso algunas de ellas son de fácil consecución.


Para empezar, Onfray se mete de lleno en el tema de las sectas cristianas de las primeras centurias de nuestra era. Es una labor similar a la emprendida años antes por Norman Cohn con “En pos del milenio” o a la ejecutada por la profesora Elaine Paige en su fascinante libro “Los evangelios gnósticos”. Luego Onfray se adentrará en filósofos medievales y renacentistas, sin abandonar las preguntas que presiden este segundo volumen, a saber: ¿Es posible hallar en la literatura cristiana pruebas de una filosofía que no niegue el cuerpo? O si no: ¿Hay en el Cristianismo intentos filosóficos de superar la dualidad “cuerpo/alma” y, a su vez, de trascenderla en una visión monista? El esfuerzo de Onfray se centra en la tarea de querer mostrarnos que dentro de las sectas cristianas perdedoras- históricamente perseguidas y exterminadas- o en pensadores posteriores, ha habido tendencias no dualistas en abierta oposición al soporte platónico y neoplatónico del cristianismo “dicotómico” triunfante.


Onfray concluye este volumen con un acucioso –y quizás defectuosamente agotador- análisis de la vida y obra de su “teísta” preferido, su tocayo Michel de Montaigne.


Ambos libros, “Las sabidurías de la Antigüedad” y “El Cristianismo hedonista”, vienen dotados de sendos y valiosísimos acápites cronológicos y bibliográficos, en el caso de que algún ‘desocupado lector’ deseara cotejar o profundizar en los temas abordados por este productivo filósofo.


Termino esta primera parte informando que Michel Onfray es también fundador de la Universidad Popular de Caen; universidad sin fines de lucro y que como tal no otorga títulos académicos sino que se dedica a impartir cursos libres y gratuitos abiertos a un público sediento de formarse de una manera atípica y diferente. Para los tentados en inquirir más información -eso sí, en francés- dejo este enlace:
a CAEN



Hago saber, además, que el colectivo de filosofía PARTEREI tiene un canal en Youtube. Su tarea más reciente ha sido la de presentar, subtitulado en castellano, el ABECEDARIO de Gilles Deleuze, una serie de entrevistas al filósofo altamente recomendable.

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