Con su plena autorización, firmada ante notario, comparto aquí imágenes y textos de mi amigo, el fotógrafo, poeta profesor y viajero incansable (en estricto orden alfabético) LUIS KONG, quien –de vez en cuando- intenta sorprenderme con sus fotografías y poemas. Aquéllas se gestan por lo general en sus periplos vacacionales por Chile; y éstos, quizás, en la noche, cuando los suyos duermen.
En tanto fotógrafo, podríamos especular con la idea de que el azar dirigido es quien conduce los pasos de KONG, pues éste llega siempre al lugar preciso en el momento justo para capturar el motivo que parecía esperarlo y por medio del cual nos asombra. De él siempre he dicho que es el primer fotógrafo neorrealista de Chile y que si yo fuera comisario del pueblo u operador cultural en el Chile neoliberal de hoy, me esforzaría por reunir su vasta producción fotográfica en una exposición al aire libre en el Parque Ojijins (gracias Juan Ramón Jiménez), justo para el bicentenario de la República. ¿Para qué está el FONDART, si no?
Las fotos que se muestran a continuación fueron tomadas en Santiago y Valparaíso hace más o menos un mes. A su vez, el texto "TEMPLO PAGANO" pertenece a lo más reciente de su producción literaria.
En tanto fotógrafo, podríamos especular con la idea de que el azar dirigido es quien conduce los pasos de KONG, pues éste llega siempre al lugar preciso en el momento justo para capturar el motivo que parecía esperarlo y por medio del cual nos asombra. De él siempre he dicho que es el primer fotógrafo neorrealista de Chile y que si yo fuera comisario del pueblo u operador cultural en el Chile neoliberal de hoy, me esforzaría por reunir su vasta producción fotográfica en una exposición al aire libre en el Parque Ojijins (gracias Juan Ramón Jiménez), justo para el bicentenario de la República. ¿Para qué está el FONDART, si no?
Las fotos que se muestran a continuación fueron tomadas en Santiago y Valparaíso hace más o menos un mes. A su vez, el texto "TEMPLO PAGANO" pertenece a lo más reciente de su producción literaria.
TEMPLO PAGANO
No pudo haber desaparecido todo bajo el fuego abrasador de Alejandría. En vuelo tardío, las alondras dijeron otra cosa: que el templo, que los catálogos originales babilónicos de Hiparco de Nicea, de Apolonio, quedarían impresos para siempre en el pergamino apócrifo reescrito infinitamente por Dios. Ese otro Dios más impuro que su propia sangre y elevado a la categoría infalible de Ley Orgánica, de Matadero Público, de axioma irreductible del Espíritu Santo Inmolado clandestinamente en el patio 29 por los propios babilónicos de turno, por el propio Melquíades, arrastrando el imán aterrador por esta tierra de agónicos pecadores, de eximios exégetas mediáticos entre infinitos mapas conceptuales, decálogos, manuales de resurrección tardía, horrendos laberintos metafísicos creados por la escolástica anónima, los Emprendedores de Cristo, el Sindicato Fúnebre de la Política Contingente, y así, tanto y tan poco que decir y justificar ante el Venerable Cuerpo Vitalicio de la Verdad, porque eso ha sido el mundo desde entonces: un pastiche, un homínido, el Habeas Corpus de la sexualidad reprimida, el obituario espiritual de los jóvenes idealistas de hoy, el locus inútil del intelecto en el que seguimos sin comprender lo más mínimo acerca de nosotros mismos (carne de la muerte), mimos fallidos de una resurrección apenas pasajera, en tránsito hacia no sabemos dónde todavía, al amparo de este dolor que la siquiatría moderna se empeña convencionalmente en señalar con el dedo fatídico de la infancia, pero ya sabemos, ya no mientan más: la infancia viene con los años, la vejez la vivimos anticipadamente con el sabor insustituible de la leche materna, en la cuna tullida de nuestros sueños de niño sin madre, sin oficio alguno para sufrir tan tempranamente el dolor, pero, aun así, tratando de comprender el mundo, de clasificarlo en nomenclaturas místicas interminables de clases, individuos, especies, abominables tablas logarítmicas (que nunca me enseñaron a diferenciar estadísticamente la vida de la muerte), en fin, las definiciones inertes y agónicas del racionalismo cartesiano que aprendí en el silabario hispanoamericano antiguo. ¿Y qué hemos aprendido, desde entonces? Después de Alejandría, ¿quién ha deletreado las sílabas previas al silencio? Nadie, ni siquiera hemos aprendido a olvidar lo que tuvimos que aprender bajo amenaza, excepto que todo es sucio aún bajo el aura de lo innombrado, que todo es, a pesar de nosotros, a pesar del sol que nos abandona en la última tristeza de esa tarde juntos. Comprendimos, de golpe, que lo que habíamos escrito al principio, todo, y cuando digo todo, el alma se queda temblando ante la vaciedad estéril, el ser vuelve a su estado de negación original: la primera palabra de Dios fue su propia negación, el primer movimiento del agua, su apariencia oculta, el último parpadeo del ojo alrededor del sol, la fosforescencia inútil y heliotrópica de la vida. Así, tanta vicisitud, tanta alegoría de la muerte, tanta pudrición intacta y no decir nada, sólo escribirla, como ahora, una y otra vez, como ayer, antes y después del fuego original.
Ya que nadie comentó, lo comenta el propio autor: la raja, es un fenómeno desastroso. Delira como tributo a su propio espasmo creativo, lo que lo convierte en un ser inocuo, parasitario. Ni huidobriano ni nerudiano: más bien Lihn con el cáncer ramificado.Es un pez en la sombra y su locus amoenus es la periferia ilustrada. Bien, Kong, insista, siga concursando, ya vendrá el reconocimiento oficial de la Academia Chueca de Kultura...¿o no Santibáñez Bribbo?
ResponderEliminarSantibáñez Bribbo replicó: ¿estái cagao de la cabeza, Kong? El olvido es el mejor tributo a la maestría de una obra literaria.
ResponderEliminarLuis Araya también metió su cuchara:
ResponderEliminar-Par de huevoncitos, ¿van a seguir con la cueca poética? No ando pendiente del estrellato literario de poetas menores y desahuciados. Se me están cayendo los dientes. Eso sí que me preocupa.
Alberto Buhadla, desde su Iquique natal, se suma al panel:
ResponderEliminar- Chino, ¿para qué mierda te regalé el libro de Arteche? No has cambiado un puto milímetro el tendencioso estilo parriano.
María Angélica Lema arremete escuetamente desde su milenario Tai Chi: tai chi-flao, chino, se te arrancaron los enanitos al bosque...
ResponderEliminarAgustina Aravena Mena no pudo contenerse, y lloró un par de lágrimas en silencio.
ResponderEliminarAló, aló, servicio de utilidad pública: ¿hay alguien por ahí? Necesito ubicar al profesor Ángel Araya. Tengo un par de dudas respecto de la yod.
ResponderEliminarHago clases particulares de Espiritismo -Generativo-Transformacional. $15.000 la hora.
ResponderEliminarVendo 1° edición empastada de Memorias de una pulga, un clásico imperdible.Llamar sin compromiso al móvil 9-44567903.
ResponderEliminar¿Aburrido de recibir una jubilación indigna? Bueno, eso sí que es un grave problema. Lo asesoramos para permanecer en el actual y exitoso sistema de fondos previsionales.
ResponderEliminarLa fotografía de Kong NO es neorrealista, como lo ha insinuado GSB. Es norrealista, levemente onírica, alejado de Man Ray y con claras influencias espirituales de Robert Doisneau.
ResponderEliminar"Dónde y dónde el pie", un obstáculo insalvable para la fonética sueca, según Uber Mansilla.
ResponderEliminarCaballero solo fue el punto de no retorno. Líneas de fuga, en cambio, es la transfiguración del tormento interior del autor en imágenes masivas desoladas y rotundas. El peso es eterno y las palabras honran tributo a la vaciedad ontológica.
ResponderEliminar